No pretendo nada. Solo estoy aquí por el cuidado del alma.

martes, 27 de diciembre de 2011

Interminable calle

Era una noche terroríficamente oscura y Vincent iba camino a su casa luego de salir de una fiesta. El lugar donde se había llevado a cabo la fiesta no era muy lejos de su vivienda. La calle estaba completamente sola y silenciosa. Vincent solo escuchaba la suela de sus zapatos contra el piso y su nerviosa respiración, iba vestido de traje formal: el smoking negro al igual que su pantalón y zapatos, camisa blanca y corbata azul zafiro desatada, el cabello negro y corto estaba alborotado. Seguía caminando, ahora un poco más rápido, la calle parecía interminable y él se veía algo asustado, quería llegar cuanto antes. Llegó a un tramo que no tenía mucha luz, pues los árboles de alrededor tapaban la luz de La Luna. Vincent oyó un ruido de pisadas y volteo inmediatamente, pero no vio nada y continuó su camino más nervioso. Por la paranoia que lo atacaba volvió a mirar: esta vez cruzó una sombra, sin embargo no vio la figura  por ningún lado; tragó saliva, su garganta estaba seca. Pensó que debió ser un gato, no obstante aceleró más el paso… ya por donde iba había una luz tenue y amarilla. De repente escucho unos susurros y volvió a voltearse, vio de nuevo una sombra pero ahora distinguió claramente una forma humana. Empezó a correr a todo lo que podía, la calle seguía absurdamente silenciosa y solitaria, solo captaba el sonido de su respiración acelerada y las pisadas de su carrera. El chico resbaló y se paró del pavimento desesperado y miro si su perseguidor estaba cerca; no vio más que la oscura calle. Recuperando el aliento siguió su camino a un paso rápido, cuando ya estaba más relajado sintió que algo o alguien golpeó su hombro con fuerza, el miedo y dolor lo paralizaron; no ocurrió más nada. Vincent reaccionó y buscó el causante de su dolor, pero tampoco había nada alrededor. Hiperventilando y ayudado por la descarga de adrenalina empezó a correr de nuevo, no podía pensar en otra cosa que no fuera llegar a su casa. El camino se le estaba haciendo demasiado largo. Seguía y seguía corriendo sin parar, desesperado. Se escuchó un grito espectral y distorsionado, Vincent también intentó gritar pero ningún sonido salió de su boca; entonces el alarido se escuchó como si lo que emitía el sonido estuviera detrás de él…


Al amanecer de esa noche encontraron su cuerpo, totalmente sano, sin embargo sin pulso y pálido. Hasta el día de hoy no se sabe la causa de su  muerte.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Esperando esperanzas

Sebastián se encontraba en un hospital. El lugar estaba saturado de gente, por lo que había esperado casi todo el día para ser atendido. Llevaba en su mano unos cuantos papeles: exámenes. Recorrió un pasillo estrecho. Las paredes eran de dos colores: la mitad de arriba blanca y la mitad de abajo en verde pastel con una franja de madera dividiendo las dos partes. Se sentó en una de las sillas desocupadas del sitio de espera y se limitó a observar alrededor con expresión ausente, demasiado nervioso para relajarse. En la pared del frente había un pequeño cartel que decía “prohibido fumar” y un poco más a la derecha un televisor, sintonizado en el canal de noticias. Sebastián hundido en sus pensamientos  no le prestaba la mínima atención al aparato. Una chica delgada y de cabello rojizo y corto se sentó a su lado, el chico solo se percató de ella al percibir su perfume; el cual le hizo voltear a verla inmediatamente. El perfume, a su parecer era casi perfecto, de un tono intermedio... no muy dulce, solo un poco. La chica se veía un tanto pálida, sintió que Sebastián la observaba  y dirigió la mirada hacia él: Sebastián tenía el cabello corto y negro, tez blanca con un ligero tono rosado bastante bonito, sus ojos eran profundos y de color miel. La chica educadamente le dio los buenos días, su voz sonaba débil. Sebastián le devolvió el saludo y se metió de nuevo en su cabeza. Pensaba en qué haría si le confirmaban, en esa diminuta habitación, la noticia que temía... lo que más miedo le daba escuchar. La espera en esa silla se hacía eterna. Una enfermera apareció para llamar a una Gabriela, no puedo escuchar bien el apellido, pero la chica a su lado se levantó. Asique se llama Gabriela -pensó. Unos minutos después otra enfermera apareció pronunciando su nombre, sufrió esa pequeña sensación de susto momentáneo y se dirigió a donde la enfermera le indicó, entró en el consultorio y la puerta de cerro.
Al cabo de veinte minutos Sebastián salía del hospital, más calmado y esperanzado. Divisó a la chica pelirroja cruzando la calle y empezó a correr para alcanzarla, gritó su nombre, la chica volteo y al verlo se detuvo al otro lado para esperarlo, entablaron una conversación y abordaron un autobús juntos. Que paso con ellos después es otra historia, lo que puedo asegurar es que ambos volverán a ese hospital con voluntad y esperanzas renovadas a luchar por sus vidas.

martes, 13 de diciembre de 2011

El comienzo

Que se puede contar, que se puede juzgar cuando dos mejores amigas comparten un café o llegan a compartir la cama en forma de amantes. Son dos seres humanos, que compartieron alegrías y tristezas; diversión y secretos, exactamente igual que cualquier par de amigas. Hablaban sobre muchachos, ilusiones, desamores; compartían ropa, zapatos, maquillaje, problemas y triunfos. Por muchos años fue igual, nada fuera de lo normal.

Un día, un simple día; no era un día especial, solo un día. Estaban ambas en una habitación, en un cuarto donde solían y suelen pasar el rato, ocurrió un pequeño hecho, un pequeño impulso que cambio sus vidas, por pequeño que fuera inicio cosas grandes. Fue así como todo comenzó: se callaron las dos y se quedaron mirando fijamente la una a la otra, el impulso les hablo, la delicadeza de sus rostros las sedujo, ya a milímetros de distancia; se podía ver la duda y el miedo reflejados en los dos pares de ojos, pero aquello no las detuvo; los labios se rozaron y ya no hubo dudas o miedos, solo el deseo y hasta estos días ellas se siguen amando…Pero esta es solo la historia de como comenzó.

martes, 6 de diciembre de 2011

¿Lo has sentido?

¿Lo has sentido?  Has encontrado los sentimientos que entre líneas esconde un escritor, el ritmo del dolor o felicidad en las notas de un compositor, el drama que se refleja en los colores y formas de un pintor. Si no hazlo, eso es arte, experiencia fascinante. La pura expresión del alma y el ser, buscando la calma.