No pretendo nada. Solo estoy aquí por el cuidado del alma.

jueves, 31 de mayo de 2012

Tren


Subí a un tren. Por la posición del sol Sol supuse que era el medio día, la estación estaba bastante iluminada. Recorrí el pasillo buscando donde sentarme, me decidí por un asiento donde se encontraba una señora, a mi parecer de unos cincuenta años. Me senté al lado y al observar su vestimenta noté un gusto bastante elegante y refinado; a excepción del sombrero: era muy extraño y poco elegante, de color negro y combinaba con su ropa, también tenía símbolos extraños en brillante y llamativo plateado. Como no sabía el significado de los dibujos, ni siquiera si eran simplemente figuras abstractas, opté por recostarme del asiento y cerrar los ojos. El tren emprendió movimiento y empezó a sonar en un discreto volumen Violin romance de Beethoven, sonreí pues es una de mis canciones favoritas. Habían pasado pocos minuto cuando sentí que me tocaban, abrí los ojos: la señora del sombrero llamaba mi atención con un abanico cerrado. La miré expectante y me dijo –Niña ¿Piensas dormir todo el viaje?- Extrañada le respondí –No ¿Por qué la pregunta?- Sin mirarme me contestó –porque sería un total desperdicio, anda, mira por la ventana y observa-

-¿tiene algo de especial mirar por la ventana o detallar el tren?- Le pregunté, con expresión indignada me reprochó -¿tiene algo de especial dormir? Lo más importante del viaje es el camino, siempre hay un propósito en el trayecto. En el tren quizás veas bohemios personajes que sólo al caminar cuenten una historia. Afuera, ¡por Merlín! se podría ver cosas tan interesantes, tantos tonos de verde en los árboles y cantidades de formas. También algún gitano disfrutando muchísimo del camino, incluso quizá veas un duende buscando algo perdido o un mago recolectando ingredientes para sus pociones –escuche todo, sorprendida e incrédula, no pude decir nada y luego como si estuviera hechizada comencé a mirar..