No pretendo nada. Solo estoy aquí por el cuidado del alma.

domingo, 23 de octubre de 2016

Esos libros



Esos libros

“Sólo intento contar una historia y tal vez
comprender los resortes ocultos de ésta, aquellos que
en su momento no vi y que ahora me pesan”
Los Detectives Salvajes -  Roberto Bolaño

   Desde la esquina de la parte de arriba de un closet, enterrados en una caja debajo de otras cajas, me llaman los libros que ella me dio; recordándome a cada momento que ya no está. Me susurran fragmentos de días en que la lluvia impedía que nos separásemos. Evocan sus memorias de cómo llegaron a mí. Entre las líneas que contienen hay otras historias, las que sólo ella y yo conocemos.
   Hace tiempo estaban en mi biblioteca, pero sus voces me atormentaban… por eso, en un intento de silenciarlos, los enterré en esas cajas. Sólo conseguí mitigar las voces. Los libros la introducen en mis sueños, e invaden casi todas mis noches. Son ellos también los que citan, con una pobre imitación de la voz de ella, palabras pertenecientes a otras hojas. Al poco tiempo comprendí que los libros no pueden hacer otra cosa: ellos también sufren la ausencia, el aparente olvido, la herida. Ni ellos ni yo podemos hacer algo, las palabras no cambian nada -dicen.
   Un día decidí hablar con ellos un rato, enfrentarlos, pero lo único claro que dijeron fue: “el problema con los recuerdos, es que a veces se convierten en la tortura definitiva, porque tu humanidad no quiere que acabe”. Y así siguieron, y yo seguí también. Es verdad, en un sentido, y por el otro -aun peor, porque lo vuelve más certero-: no parece una tortura.
   Las palabras de los libros se combinan formando nuevas maneras de decir lo mismo, de continuar rememorando nuestros momentos –sí, los de nosotros: ellos, ella y yo.

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